El objetivo que persiguen las empresas que implantan sistemas de retribuciones variables es el de motivar a los trabajadores a base de dinero u otras compensaciones para que se esfuercen más y obtener así mejores resultados. “Para los gestores y los directivos es una política fácil. Es una manera de minimizar riesgos y mantener el control de gastos. Pero no es lo mismo decir que, si consigues estos objetivos, te doy 10 que decir te doy 8+2. Con esta fórmula, la empresa solo paga si gana, nunca pierde, pero el trabajador corre el riesgo de no percibir lo que esperaba por no alcanzar los resultados, pese a haber hecho el esfuerzo. Asimismo, usar dinero para motivar a las personas puede convertirse en un arma de doble filo.
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